martes, 24 de abril de 2012

simetrias

Una universitaria cursaba el último año de sus estudios. Como suele ser frecuente en el medio universitario, la chica pensaba que era de izquierda y, como tal, estaba a favor de la distribución de la riqueza. Tenía vergüenza de su padre, un empresario exitoso. Él era de derecha y estaba en contra de los programas socialistas. La mayoría de sus profesores le habían asegurado que la de su papá era una filosofía equivocada.

Por lo anterior, un día ella decidió enfrentar a su padre. Le habló del materialismo histórico y la dialéctica de Marx tratando de hacerle ver cuán equivocado estaba al defender un sistema tan injusto. En eso, como queriendo hablar de otra cosa, su padre le preguntó:
-¿Cómo van tus estudios?
-Van bien -respondió la hija, muy orgullosa y contenta-. Tengo promedio de 9, hasta ahora. Me cuesta bastante trabajo, prácticamente no salgo, no tengo novio y duermo cinco horas al día, pero, por eso ando bastante bien, y voy a graduarme en tiempo.

Entonces el padre le pregunta:
-Y a tu amiga Melisa, ¿Cómo le va? La hija respondió muy segura:
-Bastante mal, Meli no se exime porque no alcanza el 6, apenas tiene 4 de promedio. Pero ella se va a bailar cada semana, pasea, fiesta que hay está presente, estudia lo mínimo, y falta bastante... no creo que se reciba este año. El padre, mirándola a los ojos, le respondió: - Entonces habla con tus profesores y pídeles que le transfieran 2.5 de los 9 tuyos a ella. Esta sería una buena y equitativa distribución de notas porque así las dos tendrían 6.5 y se graduarían juntas. Indignada, ella le respondió:

¡¿Estás borracho?!

¡Me rompo la madre para tener 9 de promedio! ¡

Te parece justo que todo mi esfuerzo se lo pasen a una vaga, que no se esfuerza por estudiar! Aunque la persona con quien tengo que compartir mi sacrificio sea mi mejor amiga... ¡¡No pienso regalarle mi trabajo!!

Su padre la abrazó cariñosamente y le dijo:

¡Bienvenida a la derecha!



Una universitaria cursaba el último año de sus estudios. Como suele ser frecuente en el medio universitario, la chica pensaba que era de derecha y, como tal, estaba a favor de la acaparación de la riqueza. Tenía vergüenza de su padre, un empleado mediocre. Él era de izquierda y estaba en contra de los programas neoliberales. La mayoría de sus profesores le habían asegurado que la de su papá era una filosofía equivocada.

Por lo anterior, un día ella decidió enfrentar a su padre. Le habló del materialismo histórico y la dialéctica de Marx tratando de hacerle ver cuán equivocado estaba al defender un sistema tan ineficiente. En eso, como queriendo hablar de otra cosa, su padre le preguntó:
-¿Cómo van tus estudios?
-Van bien -respondió la hija, muy orgullosa y contenta-. Tengo promedio de 9, hasta ahora. Me cuesta bastante trabajo, prácticamente no salgo, no tengo novio y duermo cinco horas al día, pero, por eso ando bastante bien, y voy a graduarme en tiempo.

Entonces el padre le pregunta:
-Y a tu amiga Melisa, ¿Cómo le va? La hija respondió muy segura:
-Bastante mal, Meli no se exime porque no alcanza el 6, apenas tiene 4 de promedio. Pero ella se va a bailar cada semana, pasea, fiesta que hay está presente, estudia lo mínimo, y falta bastante... no creo que se reciba este año. El padre, mirándola a los ojos, le respondió: - Entonces habla con tus profesores y pídeles que le transfieran 2.5 de los 9 tuyos a ella. Esta sería una buena y equitativa distribución de notas porque así las dos tendrían 6.5 y se graduarían juntas. Indignada, ella le respondió:

¡¿Estás borracho?!

¡Me rompo la madre para tener 9 de promedio! ¡

Te parece justo que todo mi esfuerzo se lo pasen a una vaga, que no se esfuerza por estudiar! Aunque la persona con quien tengo que compartir mi sacrificio sea mi mejor amiga... ¡¡No pienso regalarle mi trabajo!!

Su padre la abrazó cariñosamente y le dijo:

¡Bienvenida a la izquierda!

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