miércoles, 12 de octubre de 2011

acusación por parte de Estados Unidos al Gobierno de Irán

Nueva York, EU.- La acusación por parte de Estados Unidos al Gobierno de Irán de planear un atentado contra las Embajadas de Arabia Saudí y de Israel en Washington, y el asesinato del Embajador saudí en el país, un complot para el que los iraníes buscaron el apoyo de narcos en México, reavivó las preocupaciones respecto de la seguridad en la frontera.

Representantes republicanos en el Congreso de Estados Unidos advirtieron sobre el probable vínculo del Gobierno de Irán con el crimen organizado en México, una advertencia que seguramente repercutirá en el discurso político sobre el vínculo entre el País y Estados Unidos en el camino hacia las elecciones presidenciales del año próximo.

"Las noticias de hoy ilustran la campaña activa de Irán para asociarse con grupos extremistas, narcotraficantes, y otros grupos que operan fuera de la ley", advirtió en un comunicado la presidenta del Comité de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes, la republicana Ileana Ros-Lehtinen.

El plan, que comenzó a cobrar forma en mayo último, terminó de ser desbaratado en las últimas semanas por las autoridades de Estados Unidos, en colaboración con el Gobierno de México, luego de una investigación que ya derivó en una causa judicial contra dos iraníes en un tribunal de Nueva York.

Ambos individuos fueron acusados de cinco delitos, entre los que sobresalen los de conspiración para asesinar a un funcionario extranjero; para cometer un acto de terrorismo, y para utilizar una arma de destrucción masiva.

Uno de ellos, Manssor Arbabsiar, es un ciudadano estadounidense de 56 años, posee pasaporte de Estados Unidos y de Irán, y fue apresado a fines de septiembre último en el aeropuerto internacional JFK. Este martes se presentó por primera vez ante un tribunal, y luego permaneció bajo custodia, sin fianza.

El otro acusado, Gholam Shakuri, que está libre, es un miembro de la Fuerza Quds, la unidad especial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, a la que se acusa de promover y apoyar el terrorismo.

Uno de los elementos cruciales en la desarticulación del atentado fue la tarea de un informante de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA, según sus siglas en inglés), que se hizo pasar por un socio de un cártel mexicano de drogas -según trascendió, Los Zetas- y se reunió en varias ocasiones con Arbabsiar, en México. Esto, cuando menos, marca que Teherán busca el apoyo del crimen organizado en la región.

La agencia oficial de noticias iraní acusó al Gobierno estadounidense de lanzar una nueva "campaña de propaganda" contra Irán. Un colaborador cercano al Presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, acusó a la Casa Blanca de querer distraer a los estadounidenses.

"Quieren sacar la mente del público de los serios problemas que enfrentan y asustarlos con problemas fabricados", dijo Ali Akbar Javanfekr.

Mientras la investigación continúa, comienzan a tejerse las especulaciones sobre las consecuencias del fallido atentado.

La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que Estados Unidos discutiría con sus aliados cómo podrían enviar un mensaje muy fuerte para indicar que este tipo de acciones debe terminar.

Del otro lado del espectro político, el congresista Michael McCaul, republicano de Texas, y presidente del Subcomité de Investigaciones de Seguridad Doméstica de la Cámara de Representantes, lanzó una advertencia.

"Si esto fue efectivamente un acto impulsado por el Gobierno, entonces constituiría un acto de guerra, no sólo contra los saudíes y los israelíes, sino también contra Estados Unidos", señaló.

"Sigo buscando una estrategia para asegurar la frontera y utilizar todas las herramientas disponibles para detener el avance de los cárteles de la droga mexicanos dentro de Estados Unidos".

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