miércoles, 13 de junio de 2012

La muerte de Facundo Cabral







Por: Patricia Durán Kluth

pduran@monumenatl.co.cr

Con su cabeza rapada, esposado y escoltado, así asistió Alejandro Jiménez González, alias el Palidejo a una reducida sala de audiencia ubicada en el sótano de la Torre de Tribunales donde se llevó a cabo la diligencia judicial a cargo de la jueza Quinta Penal, Claudia González.

Antes de esta diligencia, el costarricense, dijo hoy que es inocente de los cargos que le atribuyen como supuesto autor intelectual del atentado en el que falleció el cantautor argentino Facundo Cabral en julio del 2011

A su llegada al Juzgado Quinto Penal de Guatemala, Alejandro Jiménez, alias "El Palidejo", dio breves declaraciones a la prensa y aseguró que se abstendrá de declarara en la primer audiencia en la que escuchó las pruebas que tiene contra él, el Ministerio Público

Así lo informó la periodista de Emisoras Unidas, Edna Villeda.

La Fiscalía expuso en detalle las pruebas que, supuestamente, vinculan al costarricense con el delito de homicidio calificado por el asesinato de Facundo Cabral, tentativa de homicidio, por las heridas de arma de fuego contra el empresario nicaragüense Henry Fariñas, además del delito de asociación ilícita.

Las pruebas aportadas por la Fiscalía se basan en la declaración del colaborador eficaz o testigo protegido, quien era el conductor de Elgín Hernández, quien mencionó que ambos participaron del ataque.

Las investigaciones del Ministerio Público de Guatemala señalan que las personas que perpetraron el asesinato forman parte de una organización, conformada por al menos diez personas, quienes se dedicaban a cometer diferentes delitos y que el día del asesinato de Cabral, sólo cinco participaron en el hecho.

Según informó en su momento La Prensa Libre de Guatemala, las pesquisas de la Policía Nacional guatemalteca, especificaron que esta agrupación había sido, hasta julio del año anterior, una de las más cotizadas del país, cuyos integrantes eran contratados para matar a personas en diferentes puntos tanto dentro como fuera del territorio guatemalteco y por cada asesinato cobraban unos Q50 mil.



Alejandra Portuguez Morales
aportuguez@diarioextra.com

El costarricense Alejandro Jiménez González, alias “El Palidejo”, quien tiene orden de captura internacional al ser el autor intelectual del crimen del trovador argentino Facundo Cabral en Guatemala, además del delito de legitimación de capitales en nuestro país, fue capturado por autoridades colombianas cuando navegaba en una embarcación tipo Eduardoño.

La expectativa tras su captura crece, pues el delito más grave lo cometió en Guatemala, por lo que se considera que lo extraditaran a tierras chapinas; sin embargo su condena es todo un misterio, ya que autoridades de ese país reactivaron a finales de 2011 la pena de muerte y Jiménez podría enfrentarse a la sentencia más fuerte de esa nación.
INTENTÓ HUIR

De acuerdo con versiones policiales, “El Palidejo” fue detenido en la zona turística de El Chocó, en el Pacífico colombiano. El reloj marcaba la 1 p.m. y el tico pretendía dejar las aguas cafetaleras cuando de pronto los policías le indicaron que se detuviera.

Jiménez sin pensarlo dos veces y aprovechando la rapidez de la embarcación en que viajaba trató de darse a la fuga. Autoridades de ese país lo persiguieron y estratégicamente lo encerraron, impidiéndole escapar.

Al ser indagado “El Palidejo” mostró documentos falsos, no obstante la malicia hizo que los uniformados lo retuvieran por unos minutos.
SE HIZO PASAR POR PANAMEÑO

Mario Zamora, ministro de Seguridad Pública, detalló que Jiménez ingeniosamente fingió ser un panameño. “Colegas de ese país lo indagaron y conforme se expresaba descubrieron que tenía acento tico, por lo que de inmediato coordinaron con el OIJ”, expresó.

Francisco Segura, subdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), confirmó esta versión, además dijo tener pocos detalles sobre la detención.

“Fuimos contactados por la Policía Nacional colombiana, nos indican que tienen un sujeto con las características de esta persona, pero que presentaba otro nombre, por lo que necesitaban descartar las posibilidades”, indicó.

Según las autoridades, una vez más se confirman los nexos que tenía “El Palidejo” en varios países de Latinoamérica.
HUELLAS DACTILARES LO CANTARON

Según trascendió, el aspecto físico de Jiménez no había cambiado mucho y además mantenía parte de sus tatuajes, entre estos una serpiente y un tribal en la mano derecha.

Lo que terminó de confirmar que en efecto se trataba de “El Palidejo” fueron sus huellas dactilares. “Se hace un estudio microscópico y da positivo, quiere decir que en Colombia quedó detenido”, aseguró Segura.

"Estamos muy complacidos por la noticia porque confirma que la cooperación internacional da resultados efectivos", afirmó el fiscal general Jorge Chavarría.

Francisco Campos, abogado de “El Palidejo”, conversó con DIARIO EXTRA y afirmó que está haciendo todo lo posible para que a Jiménez lo traigan a suelo nacional.




Una organización narcotraficante –cuyo nombre no se dio a conoce–- pagó $50.000 para llevar al costarricense Alejandro Jiménez González (alias el Palidejo) hasta Colombia.




Octavio Enriquez.
Confidencial.-

Henry Fariñas no llama la atención en la fotografía en que, despeinado, con la barba anunciándose, enfundado en saco oscuro y corbata rosa, está junto a un anciano que carga un bastón mientras mira la cámara tras sus lentes oscuros estilo John Lennon.

Facundo Cabral apenas abre la boca, quizás una muestra de su rebeldía yace en la chaqueta de cuero que viste junto a su anfitrión y amigo nicaragüense, el promotor de artistas que lo ha traído a Nicaragua varias veces en los últimos años y que lo lleva a Guatemala a un destino, que hasta entonces, nadie esperaba que fuese fatídico.

“Henry ha sido admirador de Facundo Cabral. Le decía el maestro. Vos entrás a su casa, una casa sencilla (hacen hincapié sobre la condición de humildad de sus propiedades) y hay una pared, y ahí tiene un cuadro de Facundo Cabral, la esposa de mi hermano, dos hijos, y él en el centro, tiene arsenal de discos, libros, le encanta la lectura”, explica su hermana Elvia Fariñas, en su casa de Jardines de Veracruz en Managua.

Perdón al Maestro

Esa admiración, el empresario la dejó ver en la audiencia del dos de mayo en Managua, cuando frente al juez Julio César Arias, en el Quinto Penal de Audiencia, pidió perdón al cantautor argentino.

“Lo que hice con el maestro fue muy legal, lícito (se refiere a los conciertos). Lo hice con la intención de compartir con mis conciudadanos el mensaje de Cabral y desafortunadamente se dio una situación fuera de mi control y si alguna cosa quiero hacer es pedirle perdón al maestro, ¡qué Dios lo tenga en su gloria!”, sostiene.

El día que mataron a Facundo Cabral, el ministro de gobernación de Guatemala, Carlos Menocal, dirigía un operativo importante: las fuerzas de tareas antisecuestro buscaban rescatar al hijo de un prominente empresario de ese país. Era sábado nueve de julio de 2011.

Al día siguiente, las autoridades tenían previsto incursionar en una fiesta que harían los Zetas en el occidente de Guatemala. Felizmente, Menocal llamó al presidente Álvaro Colom confirmándole la liberación, pero 45 minutos después la muerte de Cabral cambió el panorama.

Un asesinato que conmovió al mundo

Ese día, afuera del hotel Tikal Futura, donde descansaban el cantante y el empresario nicaragüense de clubes nocturnos Henry Fariñas, sus asesinos aguardaron la salida de los huéspedes durante cuatro horas.

Los vídeos tomados por las cámaras de seguridad mostraron a los sicarios, unos esperando en el hotel, otros jugando en máquinas tragamonedas en el casino, mientras Fariñas escribía su historia sin saberlo, al abandonar el hotel y subir a la camioneta blanca Land Rover.

“Recibimos el día con una buena noticia —dice el ministro Menocal, periodista de profesión— pero fue un balde de agua fría, un momento complicado, porque hubo voces en las primeras horas del sábado que aseguraban que el ataque iba dirigido a Facundo Cabral, pero las investigaciones demostraron que era contra el empresario Fariñas”.

Hasta este atentado, el empresario de clubes nocturnos era bastante desconocido en Nicaragua. Sin embargo ahora se sabe que ha mantenido amistad y relaciones con diversas personalidades en Nicaragua, incluyendo al subdirector de la Policía Nacional y Jefe de Investigaciones, Carlos Palacios, quien es su compadre, y en la acusación aparecen nombres como el del empresario Guillermo Terán, representante de la Harley Davidson en el país y procesado por los mismos delitos que su amigo.

La relación de Farinas con algunos altos oficiales de la Policía Nacional, se remonta a viejas amistades, gracias a que su padre, Carlos Fariñas, trabajó como mecánico de la Policía en los años ochenta del siglo pasado.

Según sus familiares, el club nocturno Élite aportó una importante colaboración económica para facilitar la remodelación de las instalaciones de la Estación Cinco de Managua.

Confidencial llamó varias veces en la semana al jefe de relaciones públicas, comisionado mayor Fernando Borge, para conocer la versión policial sobre ese tipo de relaciones, pero no respondió su celular y no habla desde que la jefa nacional de la Policía, primera comisionada Aminta Granera, dijo que había que diferenciar entre amistades y complicidad cuando le preguntaron sobre la posibilidad que un alto mando tuviese alguna relación con el acusado de narcotraficante.

Una bala acabó con el cantante

El día en que mataron a Cabral, ese nueve de julio cuando los guatemaltecos salieron a las calles con pancartas pidiendo perdón al cantante por la violencia que deja un promedio de 16 muertos diario en este país, la camioneta Land Rover evidenció la saña con que actuaron los sicarios.

Los investigadores encontraron ocho disparos en el lado de Fariñas, quien conducía la camioneta. Sobre la ventanilla del piloto quedaron las balas incrustadas según el exministro Menocal. En cambio, el cantante recibió tres y una de ellas, que entró en el pómulo izquierdo, lo mató. “Facundo Cabral tiene orificio de salida en el cerebro, y luego tiene otro impacto en el brazo izquierdo, otra herida en el vientre”, añade el exfuncionario.

En Managua, Lidia Fonseca dormía a la mala hora de su hijo. Alicia Fariñas, otra de sus hijas, recibió la llamada en que José Ángel Fariñas, hermano del padre, avisaba que habían herido al sobrino.

La relación con Guatemala, en la que Fariñas tiene más de veinte años de residir, terminó mal. La incertidumbre disparaba los temores de esta familia. “Nosotros pensamos que era un asalto, porque este señor (Cabral) llevaba el dinero del concierto”, confiesa su hermana Elvia, pero a medida que avanzaban las horas los informes eran más precisos sobre la posibilidad de una vendetta narco.

La madre se sienta en el rústico comedor de su vivienda, dice que sólo pidió a Dios por la vida de su hijo, a quien describe como alguien honesto, “chispa” desde la niñez.

¿Millonario o luchador?

Sacan varias fotos. En una Fariñas posa junto a Cabral, en otra está en su casa residencial de Serranía, en carretera Sur. Apaga las velas de un pastel en la navidad de 2011, día de su cumpleaños, el siguiente después del atentado que lo sacó de las sombras. Según la Policía, la vivienda cuesta 250,000 dólares y es el bien inmueble más preciado del supuesto narcotraficante al que también le incautaron un BMW, una moto Harley Davidson y otras propiedades con las que su familia jura nada tiene que ver.

“Mi hijo no es millonario”, dice la madre que piensa en su hijo como alguien luchador al que Guatemala acogió cuando ella debió sacarlo para evitar que engrosara las filas de jóvenes que salían a cumplir el Servicio Militar Patriótico en la guerra civil de Nicaragua, en los años 1980.

En Guatemala entonces aprendió a afinar pianos. “Él le repara un piano y se lo deja nítido, igual que Pedro Joaquín (el otro hermano detenido por la causa de narcotráfico). Pedro se iba hasta Tapachula, México, al conservatorio de música. Se me iba seis meses con su tío José Ángel (el que hizo la llamada avisando), traían sus centavitos, ellos han sido trabajadores, yo les he dicho que el dinero no se desperdicia”, riposta doña Lidia, rostro afligido minutos después de aliñar el fresco y algo de comida. Hoy toca visita a su hijo en la cárcel.

Según los familiares, Fariñas es administrador de empresas. El padre Carlos Fariñas dice que el dinero su hijo lo hizo, porque no lo despilfarra en mujeres y licor.

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La conexión con “El Palidejo”

La pista principal de las investigaciones apunta a la ruta narco que desembocó en el atentado en el que casi resulta asesinado. Desde su captura el 30 de marzo, en el Aeropuerto de Managua, el Ministerio Público de Nicaragua acusa a Fariñas de dirigir una red narco que trae a Managua droga enviada de Panamá a Costa Rica por el costarricense Alejandro Jiménez, alias ‘El Palidejo’, a quien precisamente señalan de ser el autor intelectual del atentado, un narco bien relacionado en el crimen que servía de enlace al cartel de Joaquín “El Chapo” Guzmán y la organización de los hermanos Comba.

La misión de Fariñas era entregar la droga en Managua a una banda de mexicanos, conocidos como los charros, y enlaces del cártel la familia Michoacana.

La Armada Nacional de Colombia cree que lo que motivó el atentado fueron problemas de dinero, lo que coincide con la explicación oficial nicaragüense que asegura que Fariñas se quedó con una parte de la droga enviada por Jiménez cuando las autoridades desarticularon a los Charros.

Jiménez tenía cédula nicaragüense. Solía venir a Nicaragua y, cuando lo hacía, llegaba al club Élite, dirigido por Fariñas. Los testimonios que se pueden leer en el expediente aseguran que pagaba entre tres mil y seis mil dólares por noche y, cuando quería que el club fuese cerrado, llegaron a cobrarle 15 mil.

“Era un cliente A”, reconoce la familia. Pero además tenía fuertes intereses en al país, de acuerdo al socio de Fariñas en el club Élite, Hugo Jáenz Figueroa.

“En la entrevista (Jáenz) refiere que hasta donde él sabe El Palidejo tiene una propiedad de 3 mil manzanas en Kukalaya, que no la conoce, pero que sí vio los planos de la misma. En esta propiedad, El Palidejo iba a poner un aserrío llamado El Tico y para eso compró tractores, retroexcavadoras”, dice la acusación al consignar los testimonios que serán usados en el juicio fijado para el 31 de julio a las nueve de la mañana.

La historia pública que se maneja es que el costarricense quiso comprarle el club nocturno y éste se rehusó.

“Iba a comprar el Élite en Costa Rica, insistió, y quiso pagar en efectivo, mi hermano pidió giro bancario. Esta gente está acostumbrada a que nadie le diga que no. Aparte, a mi hermano lo habían pintado como supuesto informante de la Policía, pero yo te digo que no es informante”, dijo Alicia.

Confidencial intentó hablar con las autoridades del Ministerio Público sobre el caso de Fariñas, pero desde un inicio el Fiscal a cargo de la acusación se ha negado a ofecer entrevistas.

Movimientos en cuentas bancarias

Durante su comparecencia ante el juez el miércoles pasado, Fariñas denunció en la única entrevista que ha ofrecido desde su detención, a una “estructura paralela” interesada en que el asesinato de Cabral quede impune, pero el ex ministro Menocal recuerda que hubo una serie de movimientos bancarios en las cuentas del nicaragüense que les hacía sospechar que andaba en actividades ilegales.

“Se logró tener acceso a las cuentas bancarias de Henry Fariñas, donde hay depósitos de 500 mil, 700 mil dólares, constantes movimientos de dinero hacia Nicaragua, Costa Rica, Panamá”, declaró el ex ministro Menocal.

Fariñas lo que pidió fue que se mostraran papeles, porque él considera todo un acto de imaginación.

El exministro Menocal insistió que en el caso de Cabral, Fariñas era víctima, pero reveló que “la Fiscalía Guatemalteca lo estaba investigando, y lo estaba, en cierto momento, empezando a vincular con acciones de lavado de dinero y narcotráfico dado el antecedente del atentado”.

A las autoridades guatemaltecas les llamó también la atención que, mientras otros promotores artísticos pedían a las autoridades que les garantizaran la seguridad a los artistas cuando éstos hacían presentaciones, Fariñas no lo hacía, lo que provocó suspicacias sobre las actividades a las que se dedicaba.

La familia Fariñas asegura que su hermano está en malas condiciones de salud. El atentado del que sobrevivió, dicen que le dejó secuelas. Elvia Fariñas se levanta de su silla esta tarde en Jardines de Veracruz. Alza la voz. “Yo viví en Guatemala”, dice y luego explica que en las calles de ese país los sicarios cuando van a la caza de alguien no tienen piedad. “Cuando el sicario te quiere matar te da pam-pam-pam, no le importa si vas con niños”, relata mientras pone mirada fiera y dispara con el fusil imaginario en el que se han convertido sus manos.

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Una vida por cinco mil dólares

Matar a alguien en Guatemala puede costar entre cinco mil y diez mil dólares según el ex ministro Menocal que ha descrito a la banda que ejecutó el asesinato como una estructura al servicio de cualquier cartel. En su mayoría los sicarios de este grupo viven en Escuintla, Guatemala, “matan a un empresario, mañana matan a un rival narco, se dedican a extorsión de grandes empresas. El piloto del vehículo era un personaje de tez morena que fue contratado por la banda porque era muy atleta, pero tenía experiencia en carreras de vehíclos con los famosos cuartos de milla”, narra Menocal.



Julie López – Plaza Pública .-
El costarricense Alejandro Jiménez González, alias “El Palidejo”, tiene 16 razones para sentir miedo. Encarcelado en Guatemala, acusado de ser el autor intelectual del asesinato del cantautor argentino Facundo Cabral (el 9 de julio de 2011), Jiménez podría resultar involucrado en un proceso por narcotráfico y lavado de dinero contra 16 sujetos en una corte en Brooklyn, Nueva York. Los acusados pertenecen al grupo “Los Rastrojos”, y sus cabecillas, los hermanos Javier Antonio y Luis Enrique Calle Serna, son identificados como las personas que protegerían a Jiménez cuando llegara a Colombia, según afirmó el presidente de ese país, Juan Manuel Santos. “El Palidejo” fue detenido hace casi dos semanas en la costa colombiana del Pacífico, a donde había llegado en barco desde Panamá. Días después fue extraditado hacia Guatemala por el caso Cabral.

No era casualidad que Jiménez llegara a costas del Pacífico de Colombia. La zona era la guarida de Javier Antonio y Luis Enrique Calle Serna, alias los “Combatientes” o “Comba”, que deben su mote a su anterior militancia en el Ejército Popular de Liberación (EPL) en el departamento sur de Putumayo. Algunas fuentes de prensa los identifican como ex paramilitares, como lo son un alto porcentaje de los Rastrojos.

El costarricense salió de una isla panameña con rumbo a Chocó en la costa colombiana. La policía lo interceptó poco antes de encontrarse con sus contactos colombianos, quienes, según el diario colombiano El Tiempo, le habían tramitado “cédula y pasaporte original” colombianos y expedidos en febrero pasado “con el nombre de Carlos Emilio Cardona Martín”.

Los Comba y los Rastrojos, que también operan en un sector de Venezuela (a decir de autoridades colombianas), figuran entre las cuatro organizaciones de narcotráfico más fuertes de Colombia, de acuerdo con el presidente Santos. También operaban en Ecuador, donde otro hermano Calle Serna (Juan Carlos) fue capturado el pasado 16 de marzo por narcotráfico.

El director de la policía colombiana, Óscar Naranjo, reveló que “El Palidejo” era un nexo entre un cartel de Colombia y el mexicano Cartel de Sinaloa, liderado por Joaquín “El Chapo” Guzmán. Luego la policía de investigación explicó que “El Chapo” había pedido la protección del costarricense a los Rastrojos.

La fiscalía en Guatemala maneja la hipótesis de que Jiménez contrató a tres sicarios para asesinar al nicaragüense Henry Fariñas, supuestamente porque éste no le quiso vender un casino o un establecimiento nocturno en Costa Rica. Otras versiones extraoficiales rezan que una transacción fallida de lavado de dinero originó la vendetta, que sólo dejó a Fariñas herido, pero mató a Cabral, que viajaba en el asiento de copiloto. El nicaragüense llevaba al cantautor al aeropuerto para discutir la organización de otros conciertos en Centroamérica.

En Costa Rica, Jiménez está acusado de lavado de dinero, por amasar inexplicablemente una fortuna en una década posando como “distribuidor de frutas y verduras”, y Nicaragua investiga si el sindicado tiene vínculos con el narcotráfico en ese país.

Pero Jiménez jugaba en ligas aun mayores.

“Jiménez movía grandes cantidades de cocaína para los Rastrojos hacia Centroamérica, principalmente por Guatemala, y le entregaba toneladas de droga a los carteles mexicanos, incluido el de Sinaloa”, según Michael Vigil, ex agente especial de la Agencia Federal Antidrogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés). Vigil, retirado en 2004, y quien trabajó encubierto en Colombia y México, reveló que el costarricense también lavaba millones de dólares (en bancos y compra de propiedades) para los mexicanos. En esencia, era la bisagra entre varios de los narcotraficantes más buscados por la justicia estadounidense.

Sálvese quien pueda

En diciembre de 2011, los “Comba” demostraron estar dispuestos a lanzar al agua hasta a sus principales socios en el narcotráfico, para salvarse. En el diario colombiano El Tiempo divulgó que los hermanos Calle Serna negociaban su entrega a la justicia de su país y un trato benevolente con la justicia estadounidense, por medio de la DEA. Luego, en febrero pasado, el presidente Santos reveló que los “Comba” también estaban anuentes a facilitar información que llevara a la captura de “El Chapo”.

Las autoridades en México y Colombia no revelaron si la fallida captura del líder del Cartel de Sinaloa, en Los Cabos, Baja California, en febrero pasado ocurrió por la información que divulgaron los hermanos Calle Serna.

Todo esto sucedía mientras “El Palidejo” Jiménez buscaba una guarida dónde ocultarse. Se desconoce si antes de su llegada a Colombia (donde fue capturado), ya había visitado ese país. Lo cierto es que eligió la protección equivocada, y se metió por cuenta propia en las fauces del león. Inteligencia de la policía colombiana indicaba que llegaría un emisario de “El Chapo”. Además, debido a las negociaciones en curso de los hermanos Calle Serna, las zonas donde se movilizan están fuertemente vigiladas. Y es ahí donde el costarricense, acusado de ordenar el atentado en el que murió Cabral, se fue a esconder.

El ataque armado dirigido contra Fariñas ocurrió después que la fiscalía de Nueva York presentó la acusación contra 16 sujetos. A todos los identificó como miembros de los Rastrojos y solicitó su captura. La orden fue emitida por una corte de Brooklyn. En el expediente (abierto desde 2006) se les acusa de ser sospechosos de traficar al menos 33.1 toneladas de cocaína por Centroamérica, con la intención de enviarla a EE.UU., entre enero de 2004 y febrero de 2011. Los documentos de la corte tienen tachados 6 de los 16 nombres de los acusados. Entre los visibles, figuran sujetos con el apodo de “Dulcecito”, “Animalito”, y “Niño Malo”.

La fiscalía neoyorkina no revela aún si entre los nombres ocultos con marcador negro figura el de Jiménez. Eso porque, según Vigil, el costarricense era un hombre clave para el movimiento de cocaína de los Rastrojos hacia México. Tampoco aparece el nombre de Luis Enrique Calle Serna, pero sí el de su hermano Javier Antonio, aunque Santos y Naranjo anunciaron este año que los dos hermanos son parte del mismo proceso en EE.UU.

La captura de Jiménez ocurrió nueve meses después del asesinato de Cabral, y después de iniciada la acusación contra los Rastrojos y sus cabecillas en Nueva York. Y el traslado del costarricense a una cárcel guatemalteca no pudo ocurrir en peor momento. Para él. La extradición desde Colombia a Guatemala sólo lo acercó más a los tentáculos de “El Chapo”, que tendrá razones para desconfiar de “El Palidejo” si —como dicen las autoridades colombianas— se encontró o se encuentra bajo la protección de los Calle Serna, quienes pretenden entregar al líder del Cartel de Sinaloa para salvarse.

Jiménez tendría sobrados motivos para estar nervioso si es identificado como proclive a los sujetos que ayudan al brazo de la justicia estadounidense a alcanzar a “El Chapo”. Unos días después de negarse a prestar su primera declaración ante un juez en Guatemala, el costarricense anunció que temía ser asesinado en la cárcel. No ofreció más detalles. Pero no es difícil adivinar por qué tiene miedo. Después de todo, los asesinatos en cárceles guatemaltecas —aunque no son frecuentes— sí han ocurrido, con el agravante que rara vez se identifica al responsable. Y, claro, “El Palidejo”, con sus propias razones para temer por su vida, tiene por qué preocuparse. No faltarán socios suyos que se pregunten si él (Jiménez), con el afán de salvarse, sea capaz de lanzarlos al agua como los Calle Serna lanzaron a “El Chapo”.

Un ejército narco

Los Rastrojos no son poca cosa. Al menos no en tamaño. Mientras que algunas autoridades estadounidenses sitúan el número de sus militantes en “cientos”, una edición de octubre pasado del diario colombiano El Espectador los describe como una tropa de unos 2 mil sujetos. Eran suficientes para que, según la acusación en EE.UU., le cobraran “impuesto” (o derecho de paso) a otras organizaciones del narcotráfico para llegar a la costa por territorio rastrojo.

El Comba Enrique tampoco era pieza pequeña. Es un piloto aviador entrenado, que también opera desde Ecuador (colindante con Putumayo, en Colombia), de acuerdo con Vigil. En sus inicios en las avenidas del narcotráfico, fue uno de los matones de Wilber Varela Fajardo, alias “Jabón”, del Cartel del Norte del Valle, mejor conocido por su nombre ficticio de Milton Jiménez, alias “El Cabo”, en la teleserie colombiana “El Cartel de los Sapos”.

El autor del libro del mismo título, Andrés López, describe al Comba Enrique como un hombre sanguinario, “uno de los hombres más fieros de Varela, que había ganado fama porque no había dejado escapar con vida a uno solo de los hombres que le habían puesto al frente”. El ex agente de la DEA, en tanto, dice que Varela era “muy eficiente en asesinar narcotraficantes rivales, informantes y policías que interfirieran con su negocio de cocaína”, que incluía el envío de trasiegos a Guatemala y México.

Desde Venezuela, el Comba Enrique era el principal suministrador de cocaína para Varela, a quien ayudó a ocultarse en ese país. “Mientras tanto, [el capo] le ordenó a Diego Pérez Henao, alias Diego Rastrojo organizar a un grupo de criminales para proteger sus laboratorios y pistas de aterrizaje clandestinas, y eliminar rivales”, explicó Vigil, quien es consultor de Mission Essential Personnel en EE.UU., una empresa asesora de seguridad. “Pérez Henao reclutó a miembros de las Autodefensas de Colombia (paramilitares) y grupo, que fue conocido como ‘Los Rastrojos’, creció hasta alcanzar los 500 miembros”.

Mientras se ocultaba en Mérida, Venezuela, Varela fue asesinado en enero de 2008 por decisión del Comba Enrique y Pérez Henao, para tomar control de su organización. Así lo declaró la policía colombiana ese año, y también lo confirma Vigil.

Este es el ejército narco que, según el presidente Santos, protegería a “El Palidejo” en Colombia. Ahora, 16 de estos hombres (defendidos por abogados de Miami y Nueva York) se han convertido en un riesgo adicional para el costarricense. Por un lado, porque se mostraron capaces de apuñalar por la espalda al sanguinario Varela y por la traición contra “El Chapo”, porque preso Jiménez ya no les sirve para traficar, y porque tienen muchas otras rutas. Por otro, por la colaboración de los hermanos Calle Serna con la justicia estadounidense, y porque nada le garantiza a Jiménez que los “Comba” también lo lancen al agua para optar a una condena benévola en la corte neoyorkina.

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