Ya antes de sugerir un "voto útil" a favor del PRI en 2012 -ese mismo que en el 2000 los foxistas se lo pidieron a la izquierda para derrotar al PRI-, Fox había preparado el terreno firmando acuerdos de capacitación de cuadros priistas en el "Centro Fox" que él dirige en San Francisco del Rincón, Guanajuato, aunque en el último momento se rescindieron. Aquí se abre la pregunta: ¿capacitarlos para qué?, pues, oficialmente, para que el ex Presidente enseñe a los priistas el camino para llegar a ser "líderes de calidad dedicados a servir a su comunidad", según reza la declaración de principios de ese centro. ¿Un tuerto dirigiendo a ciegos?
Fox y el PRI:
Diferentes pero lo mismo
"Sí, podría yo decirte que en lo personal soy conservador". Así respondió Enrique Peña Nieto (EPN), candidato presidencial del PRI, a una pregunta que se le hizo el 23 de mayo en una entrevista en Televisa (http://www.youtube.com/watch?v=hpJj5rqCu-Q).
No es sorprendente que un personaje con la biografía de EPN sea conservador -mexiquense de Atlacomulco, Universidad Panamericana, miembro del PRI, secretario de un secretario de Desarrollo Económico del Estado de México, secretario de Administración del gobierno de Arturo Montiel, diputado local, gobernador y hoy candidato presidencial- y está en su derecho. Sólo llama un poco la atención lo público de su autodefinición, pues si bien el PRI es hoy una fuerza de derecha, en teoría lo del conservadurismo se lo dejaba al PAN.
Un argumento esgrimido repetidas veces por el candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es que un examen puntual de las políticas de los tres últimos gobiernos del PRI y las de los dos primeros del PAN muestra que en materia económica y social en su relación con los grandes monopolios y otros poderes fácticos, o por su actitud frente a la corrupción, PRI y PAN son bastante parecidos. Desde el otro lado del espectro político, las declaraciones del ex Presidente, y prominente panista, Vicente Fox reafirman no sólo lo intercambiable de PRI y PAN sino el apoyo mutuo entre ambos en momentos críticos.
Infame y vil pero congruente
En Tabasco, AMLO acusó al ex presidente Vicente Fox de haber cometido "un acto infame y vil" al no cumplir su ofrecimiento de apoyar "incondicionalmente" a la candidata presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, y en cambio proponer un: "cerrar filas atrás de quien vaya a ganar" (La Jornada, 5 de junio). Y como el panista desdeñó expresamente la encuesta de preferencias electorales de Reforma que acercó bastante a EPN y a AMLO y, en cambio, sostuvo que la ventaja del candidato del PRI era de 18 puntos, quien encabezó la expulsión del PRI de "Los Pinos", en 2000, ahora propone apoyar a quien ya se perfila como ganador "para que podamos resolver los problemas", problemas que, por implicación, en los últimos 12 años el PAN no pudo resolver -en política son pocos los problemas que realmente llegan resolverse- ni manejar.
Ya antes de sugerir un "voto útil" a favor del PRI en 2012 -ese mismo que en el 2000 los foxistas se lo pidieron a la izquierda para derrotar al PRI-, Fox había preparado el terreno firmando acuerdos de capacitación de cuadros priistas en el "Centro Fox" que él dirige en San Francisco del Rincón, Guanajuato, aunque en el último momento se rescindieron. Aquí se abre la pregunta: ¿capacitarlos para qué?, pues, oficialmente, para que el ex Presidente enseñe a los priistas el camino para llegar a ser "líderes de calidad dedicados a servir a su comunidad", según reza la declaración de principios de ese centro. ¿Un tuerto dirigiendo a ciegos?
Pero volvamos al punto inicial. AMLO puede calificar a Fox de infame y vil por subirse al barco priista y abandonar a su suerte la nave que se hunde y donde viaja quien 12 años atrás fuera miembro de su gabinete. Sin embargo, AMLO no acusó al panista de incongruente, porque no lo es.
El enemigo de mi enemigo es mi amigo
El PAN nació en 1929 como una reacción de clases medias urbanas y católicas contra las políticas del cardenismo: reforma agraria, sindicalismo y corporativismo, expropiación petrolera, educación socialista, apoyo a la República Española y otras del mismo tenor. Por largo tiempo el PAN fue la expresión de la derecha democrática mexicana. Sin embargo, tras el estallido de la crisis económica de 1982, ese partido fue tomado y rediseñado por una derecha empresarial -los "bárbaros del norte"- que había dejado de confiar en un PRI que había llevado al país al desastre económico durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo. En 1986, en las elecciones de Chihuahua, el PAN realmente puso en aprietos al monopolio político del PRI.
Cuando tuvieron lugar la elección de 1988 y el fraude que le acompañó para imponer como Presidente al candidato priista, Carlos Salinas, ese PAN combativo pero con alma empresarial se percató de que el PRI podía ser sustituido no por él sino por el neocardenismo. Fue por eso que decidió cambiar de frente y cooperar en cuerpo y alma con un PRI antidemocrático y autoritario pero neoliberal.
Durante el salinismo, y para el PAN de Luis H. Álvarez, Diego Fernández de Cevallos o Carlos Castillo Peraza, había algo peor que un presidencialismo sin contrapesos capaz de llevar a México a las devaluaciones de 1976 o 1982: el neocardenismo. De ahí la política de cooperación PAN y PRI salinista para consolidar el neoliberalismo y desgastar a la izquierda electoral. Esa cooperación llevó a que en 1994 el candidato presidencial del PAN, Diego Fernández de Cevallos, simplemente aceptara difuminarse, pese a que había ganado el primer debate formal en nuestra historia entre candidatos presidenciales, y dejar el camino libre al abanderado del PRI. El anticarismático Ernesto Zedillo triunfó en las urnas con apenas el 50.13% de los votos; un PAN con ganas de competir lo hubiera puesto en apuros.
Una víctima colateral de ese arreglo PAN-PRI fue el propio Fox, a quien Salinas le impidió llegar a la gubernatura de Guanajuato en 1991. Pero la reacción del PAN hizo que el supuesto ganador, el priista Ramón Aguirre, no asumiera el poder y fuera sustituido por un gobernador interino panista, Carlos Medina Plascencia pues, de otra forma, no se hubiera mantenido la cooperación del PAN con el gobierno. Con Zedillo en la Presidencia, Fox volvió a ganar y esta vez su victoria sí le fue reconocida. Guanajuato fue entonces la plaza donde Fox preparó su exitoso asalto a "Los Pinos" en el 2000.
Ya en la Presidencia, Fox decidió no intentar acabar con el PRI para no quedar solo frente a la izquierda y por ello desistió de su idea de llevar ante la justicia a los "peces gordos" de la corrupción priista. Carlos Salinas pudo volver de su exilio en Irlanda y no tardó en cooperar con los panistas para montar una exitosa campaña de desprestigio en contra de AMLO, teniendo como base los videos que mostraban a dos personas cercanas a AMLO -René Bejarano y Ponce- recibiendo dinero de un constructor, el primero, y divirtiéndose en Las Vegas, el segundo.
Pese a lo anterior AMLO logró la candidatura presidencial en su calidad de sucesor de Cárdenas como líder de la izquierda. Fox intentó entonces desaforarlo y para ello contó con el apoyo del PRI en el Congreso federal en abril del 2005. En la cerrada contienda electoral del 2006, el PRI aceptó su evidente tercer lugar pero apoyó al PAN para que su candidato, Felipe Calderón, hiciera frente con éxito a los esfuerzos de AMLO por cuestionar la limpieza de la elección y la legitimidad de la toma de posesión del panista.
En vísperas de la elección de 2012, el PAN, tras 12 años en la Presidencia, está muy desgastado. Como en 2006, la competencia de 2012 es entre dos: el candidato priista y AMLO -a este último realmente no se le puede ver como el candidato del PRD; la relación entre quienes controlan a ese partido, "Los Chuchos", y el tabasqueño es un matrimonio de conveniencia, no de convicción. En estas circunstancias la decisión de Fox de hacer público su apoyo a EPN es lógica: mejor el retorno de un PRI que sigue siendo fiel a su origen pero con el cual el PAN puede llegar a acuerdos mutuamente benéficos, que el triunfo de una izquierda más que moderada -el gabinete que anunció AMLO en el debate del 10 de junio es prueba de esa moderación; todos los posibles secretarios son personajes interesantes y con credenciales para su puesto, pero ninguno está identificado con lo que pudiera calificarse de izquierda radical- pero con proyecto propio.
Lo que está en juego
Al final de la campaña, la contienda ya es entre una derecha con pasado autoritario y antidemocrático y una izquierda suavizada a la que en 1988 y 2006 se le cerró el camino de las urnas a la mala y a la que hoy buscan volver a derrotar mediante una alianza ilegítima entre el PRI y un gran poder fáctico: Televisa.
A dos semanas de la elección, un "voto útil" de esa parte del PAN que ya da por perdida a su candidata y a favor del PRI, como lo sugiere Fox, puede jugar un papel importante. Sin embargo, la inesperada insurgencia electoral de los estudiantes, más los electores aún indecisos pudieran cerrar la brecha que se achica entre EPN y AMLO y llevar la incertidumbre al punto del 2006 aunque, esperemos, no con las mismas consecuencias.
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